Hay una magia especial que envuelve al Camino de Santiago. Para muchos, recorrerlo conforma una experiencia transformadora y una vivencia que se graba profundamente en la memoria de cada peregrino. La primera ruta xacobea de la que se tiene constancia se remonta a principios del siglo IX, realizada tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. Según cuenta la leyenda, el entonces obispo de la diócesis de Iria Flavia se dirigió a la corte del rey Alfonso II para notificar al soberano la noticia del milagroso hallazgo. Ante tal revelación, el citado monarca, en su papel de primer peregrino de la historia, emprendió el viaje hacia el bosque de Libredón, lugar en el que se encontraba la tumba y en el que más tarde ordenaría construir un pequeño templo que cambiaría para siempre el rumbo de la historia y la cultura de Galicia.
Aquel Camino Primitivo fue el primero de una amplia red de rutas xacobeas que hoy por hoy atraviesan distintos rincones del continente europeo para después dirigir sus pasos hacia la ciudad sagrada de Compostela. De hecho, si ponemos el foco únicamente en España podemos encontrar hasta 50 caminos oficiales y más de 16.000 kilómetros de recorridos. De todos cuantos existen, el Camino Francés es con toda probabilidad el itinerario con mayor tradición, afluencia y reconocimiento internacional.
Ahora bien, no todos los caminos gozan de la misma popularidad e incluso algunos de ellos se habían llegado a perder o desvirtuar con el paso del tiempo. Uno de esos senderos olvidados ―y recuperado hace relativamente poco― es el conocido como Camiño de Taverneiro, una ruta xacobea de más de 130 kilómetros de recorrido que avanza por el interior de la provincia de Pontevedra y que debe su curioso nombre al fallecimiento de un peregrino durante su viaje de regreso en 1784.
El origen del Camiño de Taverneiro
Las crónicas más antiguas que se conservan en los libros parroquiales de San Paio de Figueroa, en A Estrada, relatan una historia tan trágica como conmovedora: la muerte de un humilde peregrino un 20 de octubre del año 1874. Se llamaba Ignacio Taverneiro, era vecino de Santa Baia de Ponte Caldelas y falleció en plena ruta de regreso tras completar su peregrinación a Compostela. Aquel caminante gallego, «pobre de solemnidad» como le describen en los documentos, había logrado alcanzar el Jubileo del Año Santo antes de que su vida se apagase en el trayecto de vuelta a casa. En honor a su memoria y devoción, esta ruta ancestral fue bautizada con su nombre, haciendo eternos sus pasos y perpetuando la historia de su sacrificio.
Pese a todo, este camino entre Salvaterra de Miño y Compostela que ahora cuenta con la colaboración y promoción de la Deputación de Pontevedra no es ni de lejos reciente ni casual. Su recuperación encuentra su origen en un arduo trabajo de investigación llevado a cabo por dos tenaces pontevedreses: Carlos da Barreira y Luis Ferro. La citada dupla puso en marcha una enorme recogida de todo tipo de datos, fechas, lugares y demás apuntes históricos que han permitido reconstruir este camino xacobeo repleto de magia, riquezas y encanto. De hecho, los vecinos de los pueblos y aldeas transitados, así como los sacerdotes de las iglesias visitadas durante el recorrido forman también parte de este proyecto de recuperación y puesta en valor del patrimonio local.
El encanto de una ruta casi virgen
El punto de partida del Camiño de Ignacio Taverneiro se encuentra en las inmediaciones de la fortaleza de Salvaterra de Miño, junto a un antiguo cruceiro que tiene grabado a la Virxe Peregrina. Hasta el llegaban antaño los peregrinos portugueses que cruzaban el río en barca desde Monçao. En adelante, en los 130 kilómetros de recorrido restantes, esta ruta xacobea también atraviesa las localidades de Ponteareas, Pazos de Borbén, Fornelos de montes, Ponte Caldelas, Cerdedo-Cotobade, A Estrada y Teo antes de conquistar el histórico callejero de la ciudad compostelana.
En su solitario viaje por las tierras del interior de la provincia de Pontevedra, la emblemática y mágica ruta de Ignacio Taverneiro descubre a su paso un sinnúmero de lugares de enorme interés cultural y natural, entre ellos varios puentes medievales, más de una treintena de iglesias o capillas (tres de ellas dedicadas a Santiago Apóstol), hasta 15 petos de ánimas y alrededor de 47 cruceiros y cruces illadas. Además, cabe destacar que el Camiño de Ignacio Taverneiro se encuentra dividido en varias etapas repartidas en función de la disponibilidad de sitios para comer y dormir, aunque según apuntan sus promotores lo más conveniente es hacerlo en cinco etapas a pie.